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ISSN 1989-4163

NUMERO 37 - NOVIEMBRE 2012

Los Fashiónpedists

Moda Españo¿Qué?

Escribe CatyShark de Aragón | ilustra Pitina Caleya

Por suerte (y sobre todo por salud mental) a la mayoría de mis amigos ni les gusta ni se dedican a la moda. Por eso siempre que alguno me pregunta “¿Vas a Cibeles?” “¿Qué tal los desfiles?” normalmente respondo, salvo excepciones, con un suspirito de esos que dicen más por lo que callan. Lo que ya no me preguntan es eso de “¿Y la moda española?” porque ahí ya saben que salto con un discurso largo y tedioso, como si la culpa la tuvieran ellos.

Recientemente saltaba la noticia de que Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y cara visible de todo este tinglado, se había “visto obligado” a despedir a su equipo por causa de la crisis. Un equipo que, por otro lado, llevaba meses sin cobrar.
La crisis. Ay, la crisis. Son muchos los empresarios que se han visto obligados a cerrar y a despedir a su plantilla. También son muchos los justos que pagan por culpa de cuatro pecadores (hola, Cebrián) Y luego está la ACME, la sempiterna ACME, a la que nunca ha llegado afectar esta crisis porque siempre ha estado en crisis (de talento, de profesionales, de ideas…) No todas las crisis son económicas. Hay algunas que surgen precisamente por ir sobrados de dinero. Vayamos por partes:

La noticia refleja las quejas de los empleados porque, al parecer, Modesto ganó 14mil euros en una venta especial de sus prendas y no les pagó los salarios atrasados arguyendo que “tenía muchas deudas”. También se hacen eco de un viaje a México por el que recibió otros 10mil y que debió gastarse en margaritas. A todo eso, quizá, deberíamos añadirle los polémicos miles de euros que se les dio a algunos miembros de la ACME para crear sus tiendas online (no he podido encontrar el enlace, pero creo recordar que la suma daba para hacer una tienda online que abanicara a sus clientes desde el ordenador) y, por supuesto, el dinero que reciben para costearse los desfiles de IFEMA, las ventajas que tienen por desfilar en dicho espacio, las “bolsas de viaje” cada vez que quieren difundir la buena nueva de la “Moda española” por el mundo, etc, etc, etc.

Subvenciones. Cuantiosas. Que paga el Estado, es decir, que pagamos todos. Qué menos, entonces, que invertirlas en crear marcas españolas dignas, o en diseños dignos, o en implementar ideas con proyección, ¿no?

Si han ido a la anteriormente conocida como pasarela Cibeles, ya habrán notado que el espacio, entre un rastrillo moderno, una carpa circense y la cueva de los Fraggle, provoca mareos, alucinaciones y/o somnolencia a los cinco minutos de cruzar el umbral. Sabrán, también, que siempre desfilan los mismos. Y, por supuesto, que, salvo excepciones, siempre te invade una sensación de déjà vu. Una y otra vez.

Hace un par de años, Modesto declaraba que “Rotar a los diseñadores significa destruir el sistema moda” Igual yo, profana en estas lides, he vivido equivocada, pero siempre he creído que el sistema moda se nutría de lo nuevo, no sé, que había moda cuando había cambio, y que el inmovilismo era una cosa muy reaccionaria y muy poco moderna. Desconozco cuál es el criterio para que siempre los mismos diseñadores puedan desfilar y disfrutar de la subvención y otros tengan que costearse colecciones y desfiles. Tal vez el criterio no sea muy adecuado, porque muy pocos de ellos cumplen los requisitos que le pediríamos a un diseñador: prendas bien hechas, prendas innovadoras, coherencia en las propuestas…Muchos, con talento más que demostrado, no desfilan, porque ni pueden pagárselo ni tienen acceso a las ayudas. Otros, directamente, deciden no desfilar, y muy bien que hacen, porque antes que el desfile está la marca, cosa que a la mayoría no parece entrarles en la cabeza.

La ACME, que en su web se define como “asociación sin ánimo de lucro”, con sus cuantiosas ayudas estatales y sus criterios de selección poco claros, se ha convertido de un tiempo a esta parte en una especie de monopolio estático y mediocre. No hay talento ni frescura porque los beneficios llegan antes de tener que demostrar nada, así que para qué esforzarse. Tampoco hay marca, pero es que por no haber, no hay ni distribución de productos.

Supongamos que, utópicamente, alguien quiere comprarse un traje de Devota&Lomba, o de Juan Duyos, o de, no sé, Alma Aguilar. Cuesta encontrarlos ¿verdad? Antes, en el mercado de Puerta de Toledo, existía una tienda con prendas de la ACME. El mercado cerró hace un par de años y nadie supo explicarnos por qué. O soy muy tonta, o tengo que pasar un buen rato delante del ordenador hasta encontrar puntos de venta cercanos (y no, no vivo en Soria) o saber cómo funciona la página web, si es que la tienen. Esa página web que también hemos pagado todos y que, en el mejor de los casos, es una web multimarca fuera de servicio y/o sin repercusión alguna.

No hay diseño, no hay marca, no hay producción…y, probablemente, si le preguntas a algunos miembros de tan magnífica asociación (por suerte hay excepciones) te dirán que la culpa la tenemos nosotros, que no consumimos moda española. Igual vuelvo a equivocarme, pero el cliente, hasta donde yo sé, nunca tiene la culpa. La culpa es de las marcas o de la ausencia de ellas. No puede haber competencia cuando no hay identidad, no hay consistencia y ni siquiera hay productos que consumir. Bueno, sí, hay cuadernos, edredones, botellas de vino y paraguas marca ACME. Licencias de una marca que no existe si no es dos veces al año en desfiles cuestionables en pabellones infames. Cuando no necesitas ganarte la vida porque el Estado te proporciona todas las comodidades, se firman licencias antes de crear marca, se hacen desfiles poco trabajados, se desfila sin producir la colección, se hacen fiestas sin tener puntos de venta. Se empieza la casa por el tejado porque la casa de verdad ya la tienes bien amuebladita a costa de todos nosotros.

Y mientras Modesto busca “nuevos formatos” para diseñar (igual se pasa de los paraguas a los orinales, y los vuelve a poner de moda), mientras echa a sus empleados porque se ha gastado el dineral que le hemos dado todos para no hacer absolutamente nada, existen muchos diseñadores-hormiguita, que van poco a poco creando marca, que no quieren o no pueden desfilar pero que probablemente vendan más o tengan propuestas más dignas que los que salen cada día en los medios. La lista, afortunadamente, no es muy larga, pero tampoco muy corta.

En España hay talento, pero una vez más queda demostrado que el verdadero talento español es silenciar el talento de muchos españoles. Las subvenciones, en según qué ámbitos, fomentan el inmovilismo y la monopolización. Más si se otorgan sin atender a criterios meritocráticos (aunque la medalla al mérito en las Bellas Artes se la llevaron, ironías del destino español, que es muy suyo). La crisis, como decía, no es sólo económica. Y mientras la Moda española siga utilizando a estos personajes como escaparate, seguirá siendo una falacia y una prueba más de la falta de sensatez y de profesionalidad patria. Yo, mientras tanto, seguiré echando pestes delante de mis amigos. Pobres.

Menfis

 

 

 

 

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